Espero que llegue, que se arme después de pasear, como las monsteras afuera crean su propia penumbra para seguir creciendo. El día se enfría de a poco después de caer el sol y sobreviene una intuición de otoño más profunda que el otoño mismo. Los días se mueren y no aparecen las palabras para nombrarlos. Los días se mueren y sigue una rutina de posiciones inesperadas. Repetición, error, novedad. En lo inesperado se inventa la forma, la insistencia, quiero otra palabra pero no me sale, una especie de negación, insistir, vaciar como un líquido que se desangra de su contenedor y observar lo que queda en el fondo. Me gusta empezar sin saber dónde voy a terminar. Es lo que más me gusta.
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