nada de esto cabe en oscilaciones cuánticas, sólo la incertidumbre cálida como un gato dormido

la canción del pastel de miel chorrea por el parquet del living
llega a la sobremesa tenue y se condensa contra la ventana


la noche más larga del año
hubo un segundo de más
los relojes no se enteraron


ella con el mentón sobre las rodillas
pregunta cuánto dura un segundo
chasquea los dedos para responderse



hay una certeza de libertad y no de angustia:
ningún segundo pude cambiar nada



después ajusta la velocidad de obturación
hacia fracciones irracionales
que sólo la luz habita


del otro lado del portón es invierno
los adoquines de calle nueve están pelados
como los árboles que levantan las baldosas


dos planetas se conjugan al ocaso
y la luna sobre los techos
parece tiza en la nube densa



–eso es frío, diría mi abuela




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