hikikomori de verano


no voy a salir más de casa
me voy a quedar
viendo películas
para soñar todo lo que no puede pasarme

el verano es para mí
un recital de 1994 que puedo poner una y otra vez
un disco que gira adentro de un aparato
un láser arrancando música de la superficie rayada
los colores que se reflejan cuando miro esas estrías a la luz
son los mismos colores sobre la cara de Thom Yorke
hay canciones rojas y amarillas y otras verdes y azules
nunca pensé que la melancolía podía ser más que gris

los días son larguísimos en diciembre

dicen que es imposible aterrizar en Júpiter porque ahí no hay tierra
entonces te hundís
hasta llegar al núcleo
y fundirte en el metal

algo así es diciembre

mi cuerpo cae adentro de una bolsa de páginas arrancadas de un calendario
vacías
me pierdo en las vísceras de la mierda que me cubrió todo el año
justo cuando creí que podía salir a flote
veo que no soy menos densa que la mierda
y pregunto dónde está el fondo

duermo en un cuarto oscuro lleno de las noches dormidas durante toda mi vida
abajo de la cama descansan todas las pesadillas que supe tener
no conozco penumbra como la de esta habitación
no entiendo bien qué es eso que la habita y me lleva a perdurar sobre el colchón
en el tiempo onírico que corre sin agotarse
reloj de arena infinita
ahí donde puedo ser todo lo que no soy

la oniria es mi aleph
ahí converjo

no hay mucho thrill del otro lado del mundo por estos días
la somnolencia, la anemia como un asesino silencioso y la terrible sospecha de no estar donde quisiera o de que ese donde quisiera no es ningún lugar porque nunca voy a estar conforme
me levanto a comer
me levanto a ver en el espejo un cuerpo que me repugna
espero la lluvia de verano, la tormenta
la ráfaga de aire caliente perseguida por la ráfaga fría
ya no me siento en la ventana a dejarme mojar
pero me estremezco con cada rayo

hablé con un ex novio y me dijo: la cuestión es sobrevivir a diciembre
no sé si a él también le pasará
no sé de qué hay que despojarse para que el sueño no devore
es fácil ser presa de una bestia que ofrece absolutamente todo
a cambio de cerrar los ojos y permanecer en la cama

las historias del verano esta vez no transcurren en la calle, en el muelle del puerto, en la placita, en la playa
esta vez transcurren todas en mi cama
en el límite entre mi cuerpo y las sábanas
ahí donde el roce es suave y gastado

no hay partícipes conscientes de lo que en realidad pasa
de todo lo que puedo contar
de todo soy única testigo
nadie más puede recordar nada que hayamos hecho

me anticipo al ruido blanco de lo que desaparece
a la soledad geriátrica de estar rodeada de muerte

ayer me hablaste de todas las cosas que vamos a hacer juntxs
nos reímos
cuando me levanté no me sentí triste
dijimos todo lo que queríamos decirnos
vos no sabías que no recordarías nada al despertar
yo te prometí no enojarme
cuando rompas las promesas que hiciste en un sueño

sábado (II)

tengo que creerme los mantras que repito cuando los fantasmas de viejos amores revolotean sobre mí como buitres
el cuaderno en el que te enterré asoma apenas desde el placard y yo
encuentro cuadernos nuevos en los que seguir tu sepulcro
este duelo infinito de noches en las que añoro otras noches con alguien que poco se parece al que me espera en la panadería del barrio y me venda los ojos antes de llevarme a su casa
de este barrio que nos abraza a todxs sin que nosotrxs nos veamos
la luz del día no atraviesa nuestros cuerpos
excepto los besos una mañana
un sábado hace muchos
la curva del abrazo marcada en el aire que la brisa del Este se llevó lejos al doblar por la avenida
para que nadie nos viera

parece que siempre es sábado en los cuadernos
sábado de San Valentín que dije: no pasarás, y tras la tarde discutiendo las miserias del amor romántico aquí estás
levantándote desde un puñado de células muertas en mi almohada
elevándote torpe pero certero desde las grietas del parquet, tomando del vaso de Martini caliente, acercándote a la ventana después de robarte el encendedor naranja que está junto al cuaderno este en el que escribo
posando un
-ya no recuerdo qué cigarrillos fumabas, suaves, paquete azul, los primeros cigarrillos que juzgué ricos-
Gitanes
en tu boca, sobre los labios carnosos a los que todas las fotografías que no tomé estaban dirigidas como dardos
a vos y tu boca y el cigarrillo suspendido, la despreocupación sensual de la mano que lo enciende
la primera bocanada, la electricidad entre la frase que hilás enseguida y la manera en la que sacudís las cenizas por el alféizar

sábado de San Valentín que miro el teléfono y el avatar de Bowie casi avatar de vos mismo, escondés tu última conexión y yo me quedo viendo, quizá
vos también te quedes viendo y el vacío diga en línea
te decidas a hablarme y me cuentes
de tu viaje al norte mientras yo en el sur, de tus noches sin la chica de pelo corto del domingo pasado
una de estas mañanas vas a encontrarme borracha en la puerta de tu casa y yo no voy a poder dar explicaciones al respecto
me va a llevar la policía y yo te voy a gritar hijo de puta
tus chicas se van a poner incómodas
quiero decir la chica de turno

acá es donde recuerdo que eras el pibe heteropatriarcal al que no le gusta usar forro
y me dan ganas de tirar todo a la mierda
el cuaderno a la mierda
el poema a la mierda
escribirme por todo el cuerpo
que no te extraño ni te quiero cerca, pero me olvido
todo el tiempo